EL HOMBRE

Ayer lo vi. El hombre esperaba su autobus en la calle repleta de gente que corría desordenada con rumbos diferentes. Y él, con su mirada atenta por si pasaba su autobus. Ayer lo vi, igual que hace un tiempo atrás, con su pelo tomado hacia atrás, con la misma vestimenta y su mirada cansada, con su cara escondida tras la barba y los anteojos. Ayer lo vi y supe que hubo un historia que vive dentro de mi, que vive dentro de él y que nos une invisiblemente. Ayer supe que por el hombre ha pasado el tiempo, que el escenario que lo rodea ha cambiado bastante, pero que sigue siendo el mismo, más cansado que antes, pero el mismo al fin y al cabo. Ayer lo vi y supe que aun lo recuerdo, como un buen maestro, como una gran influencia en mi vida, como un gran motivador, como un niño escondido detrás de su cuerpo de hombre. Ayer vi al hombre pero él no me vió. Es probable que si hubiera pasado por su lado, no me hubiera reconocido. Es probable que no hubieramos cruzado palabra alguna, es probable que no me recuerde, ni a mi ni a nuestra historia. Ayer vi al hombre pero él no me vio, y me fui con su imagen en mi mente, con la sensación de querer hablarle, con ganas de volver a tenerlo cerca, con ganas de volver atrás y sentirme una niña otra vez, aprendiendo todo lo que el maestro tiene para enseñarme, el maestro que es hombre, pero niño a la vez. Y ayer lo volví a ver.