Sunday, July 24, 2011

ESTUPIDEZ COLECTIVA


La ignorancia de un grupo sumada al miedo de empezar algo nuevo muchas veces deriva en una gran estupidez colectiva. Y yo no dejo de sorprenderme cuando veo gente adulta con experiencia, con un bagaje laboral, que deja que le metan el dedo en la boca con un cuento archiviejo y conocido “te doy una pepita de oro, si me firmas acá… pero no leas nada, solo firma”. Y me sorprende aún más cuando veo a jóvenes promesas del país, que se llenan el pecho cuando de defender la educación chilena se trata, que escuchan Ska y se visten con poleras del CHE, cuando caen redonditos y son los primeros en firmar por la pepita de oro y para colmo, con la cara sonriente dicen: “con esta cago a la jefa, hay que puro sacarle plata”.
 La jefa por su parte, que es una mujer que ya pasó por la inocencia hace muchísimo tiempo, sabe muy bien cómo leer el cuento a la gente ilusa, sobre todo cuando tiene el apoyo incondicional y silente de un par de estúpidas que sueña en que algún día será jefa, corruptas hasta el alma por la sed de dinero.
 Me sorprende y me molesta sobre manera que las personas no miren más allá de sus narices, que sean incautas al no leer la letra chica, que se vendan por estar bien con todos y que tengan además el descaro de malhablar de quienes pensamos antes de actuar. Días como estos siento que me ahogo en un mar de baba, por culpa de los babosos que me hacen sentir nuevamente que estoy equivocada, cuando sé que estoy en lo correcto.

NO ES UNA BUENA NOCHE PARA UN CORAZÓN ROTO

        
Le dijo que ya no más y como de costumbre, ella dio media vuelta sin decir palabras y se alejó tranquilamente hasta perderse de vista. No estaba dispuesta a suplicar por amor. No lo hizo antes, menos aun lo haría ahora que era una mujer grande.
 Llegó a su casa y como si estuviera en una escena de ficción, tras el cierre de la puerta, un estruendo en el cielo trajo consigo una lluvia incesante. Y pensó:” no es una buena noche para un corazón roto”.
 Decidió no hacer nada importante y después de encender la radio, se desplomó en el sofá con la última cerveza de la heladera y un cigarrillo mentolado que alguien le regaló. Podría haber sucumbido a la pena y sin pensarlo mucho, saltar por la ventana y morir al fin. “Es probable que nadie lo notara hasta un par de días después”- pensó, pero nada de eso era cierto. Tenía más amigos y cercanos de los que acostumbraba a reconocer.
En el fondo, ella lo quería a él, pero él quería otra cosa: amor incondicional y estabilidad, quería con toda su alma ser necesitado, por sobre el amor que pudiera sentir. Y ella ya no lo necesitaba con esas ansias que un náufrago necesita un salvavidas. Ella tenía su vida resuelta y solo buscaba su compañía. Era muy probable que él volviera a sus brazos otra vez, así como había vuelto antes, cuando se aburriera de la rutina, de lo obvio, y extrañara su secreta complicidad. Era muy probable que después de la cerveza y el cigarrillo ella sintiera la necesidad de enviarle mensaje para engancharlo otra vez a su historia. Pero pensándolo bien, era mejor darle la oportunidad de ser “contento” hasta que durara y si era para siempre, no había más remedio que aprender a convivir sola con las frías noches de lluvia.
 

Monday, July 18, 2011

ESCRIBIR

 Mi amigo David (el roto Quezada) me dijo el otro día que yo debería volver a las pistas, que uno era feliz cuando hacía lo que le gusta y que si se trataba de escribir, yo sabía escribir historias. No quiero sonar ególatra, pero si creo que sé escribir historias, porque me gusta mucho hacerlo y por lo tanto me he propuesto volver a las pistas aunque sea a través de esto y no dejar tan botado mi cyber espacio. El papel no aguanta las inclemencias del tiempo y la tinta del lápiz se acaba, sin embargo me han servido para guardar algunos escritos recientes mientras encuentro el momento de arrancarme hasta acá nuevamente.