El Carlos Leppe dijo en una clase una vez, refiriéndose a mi: "y está chiquilla con su chasquilla chueca, mal cortada, que cree que su actitud es revolucionaria y no sabe que en los setenta los punk se tijereteaban el pelo para demostrar el repudio a lo establecido, que en los ochenta ella misma se había cortado la chasquilla chueca por error y ahora piensa que nadie se da cuenta que lo hace a propósito y sin propósito". Se acercó a mí para buscar la contraparte y le dije: "lo hice a propósito porque me sienta bien". Él buscó una palabra en su cabeza, pero finalmente no dijo nada más.
Era seco. Nos dijo una vez que para ser culto no había que devorar mil libros, si no que bastaba con leer el comienzo, el centro y el descenlace. "Así se aprende de todo", decía. En el librero de mi casa guardo como un tesoro su libro que nos regaló en clases y solo hace poco tiempo supe que dejó de existir en la tierra el mismo año que partió mi padre. Excesos, el mal común. Gente como él no se olvida. Se me vienen sus palabras encima cuando me tijereteo el pelo de vez en cuando para dejar salir mi paupérrimo lado rebelde.
