SIN METÁFORA

Y paso los días rodeada de gatos, pretendiendo que los disfruto cerca mio y que son suficiente para calmar mi corazón que sigue extrañando a ese perro que dejé lejos.

POR QUÉ NO ME GUSTA EL INVIERNO

La radio suena como domingo por la tarde, a ascensor vacío, a barrio cuico deshabitado. Y el frío te hace querer estar tapado hasta la nariz todo el día y aunque suene como un panorama romántico, las ganas de salir a caminar y disfrutar del atardecer de la mano de tu chico se quedan durmiendo una siesta junto con las energías para levantarte temprano en un día laboral. Y los árboles pierden sus hojas y su verde mientras que tu cuerpo se pierde debajo de tantas capas de ropa que te impiden moverte con soltura, con agilidad a la vez que te escabulles de los paraguas mojados en un metro repleto de gente tosiendo la gripe de moda. Y las sopas y los tés verdes no son suficientes para capear el frío, menos aún para una chica de manos frías como yo. Ojala mis hijos no rehuyan a mis brazos por no tener el calor suficiente para cobijarlos. Solo sé que viviría el invierno amarrada a un guatero gigante con la esperanza de que mi radio favorita sintonice de una vez por todas algo que me suba el ánimo, que me inyecte poder y me haga recordar que el verano ya viene, aunque sea en un año más.

4 AÑOS

Tanto tiempo ha pasado desde que comenzamos esta historia... Y pensar que veníamos de lugares tan distantes y de mundos tan distintos. Creo que ninguno de los dos se planteaba esto más allá de una aventura. "Nos estamos conociendo y veremos qué pasa"
Pero los afectos nos llevaron lejos, sorteando muchos obstáculos, viviendo situaciones fuertes, recolectando momentos inolvidables que hoy nos hacen estar juntos aún.
Yo, más vieja, con menos encanto, más cansada, con una barriga enorme y poco atractivo con el embarazo. Él, más serio, más seguro, más responsable, cuidando su apariencia como siempre para no envejecer con los años. El pololeo y la conquista diaria toma distancia con las circunstancias, pero a la vez nos afiatamos como familia, como compañeros de vida que pretenden seguir el mismo rumbo. Y hoy, muy lejos del comienzo, nos empeñamos en seguir trabajando para que este amor perdure en el tiempo.

6 MESES

Ya cumplí 6 meses de embarazo y mi gigantesca guata me ha permitido salir antes con licencia a riesgo de un parto prematuro por el ajetreo diario de una persona que trabaja y que debe trasladarse para ello de una ciudad a otra.
Y la gente no para de sorprenderse y asustarse por la gran panza que llevo a cuestas, pero además de dos pirigüines gemelos, tengo dentro bastante líquido amniótico producto de una supuesta diabétes gestacional. No es nada grave según el doctor, sin embargo debo tomar mis precauciones para que los bebés no salgan antes de lo necesario.
Aun así, con guata y todo, me la paso el día haciendo cosas, porque me aburre estar sin actividad obligada el día entero en una casa a la que estoy recién adaptándome y que tiene muchos rincones plagados de diversas cosas para ordenar y clasificar. No es mi casa, sin embargo me he ido adueñando de un espacio para hacerlo mi refugio y el rincón de mis tesoros.
Este sábado celebramos el Baby Shower y aunque no vinieron todos los invitados, la casa se llenó de gente, de movimiento, de comida, de conversaciones amenas sobre muchos temas. Tenía miedo que no resultara la interacción entre tanto desconocido, pero por suerte todos supieron adaptarse bien. Los bebés estuvieron muy bien regalados. Por la noche del sábado, tardíamente, llegó mi hermano con una cuna de regalo y ayer vino a visitarme mi madre, intentando echar a andar nuevamente la relación madre-hija para ver si algún día volvemos a tener ese lindo lazo que tuvimos siempre.
Es difícil toda esta situación, sin embargo no puedo ser malagradecida y desconocer la gran ayuda que me han brindado, el apoyo de la gente alrededor, el cariño inmenso que me dan a diario y el gran esfuerzo que hace mi chico por formar una familia.
La vida me ha girado en 180º, pero poco a poco me voy enderezando para seguir por el camino correcto.

CAMBIO HORARIO

Siempre dije ser una chica de verano. Y eso sigue siendo así, aunque ya no sea una chica. El verano me prende, me saca del encierro, me da energías, me invita a caminar y hacer cosas. El sol me llama a la playa, a la aventura, a tomar un bus sin rumbo y conocer un lugar desconocido. Es por eso que el cambio de horario de invierno me corta el día por la mitad. Detesto tener que encender la luz a las 6 de la tarde cuando aun faltan muchas horas para arroparse bajo las sábanas. Y se me viene a la memoria mi época de colegio, cuando salía a las 20:15 de la tarde y era como si mi vida fuera quedarme siempre ahí, encerrada en el aula, rodeada de mujeres freaks y de viejas apolilladas como profes. No quedaba tiempo para nada más cuando al fin lograba llegar a casa después de que un misericordioso chofer de micro se dignara a parar para llevarme hasta mi destino. Y sobre todo en invierno, con el frío, el ajetreo, la contaminación atmosférica y acústica de Santiago a la hora del taco, me hace odiar el invierno y su horario de abuelos.
Hoy, a pesar de estar "descansando" en mi licencia pre pre-natal, sigo odiando mirar por la ventana a las 7 y ver la noche temprana apagar mis ganas de hacer algo más en el día.
Y no solo yo siento de esa manera.

OTRA ETAPA

Y finalmente me fui de la gris oficina, que ya no era tan gris, porque tenía frente a mi un gran ventanal por el que entraba a diario abundante luz solar y una vista panorámica de las calles que siempre se llenaban de protestas y marchas.
Se supone que mi salida es transitoria, mientras dure mi licencia, mi pre y mi post- natal, sin embargo no sé si volveré, a la espera de concretar otra oferta laboral acá en mi nueva ciudad.
Y claro que me dio nostalgia. Pasé 5 años de mi vida rodeada de las mismas caras y otras nuevas que llegaban en recambio de otras viejas que se iban. Pero siempre en el mismo edificio antiguo en la esquina de Alonso Ovalle con Lord Cochrane, frente al San Ignacio, las mañanas de mi vida llevaban mis pasos hasta allá. El edificio de la Caja, la verdulería, el negocio de los panes, don Raúl, la vuelta a la manzana para conversar un rato, todos esos escenarios quedarán en mi memoria.
Hubo para mi una despedida torpe y un poco fría, sobre todo por las personas que no me aprecian o no me conocen lo suficiente. Mis cercanos fueron más cálidos, con aires de tristeza por no volver a verme, al menos en el ámbito diario de lo laboral.
No quise llorar, pero ganas no me faltaron. Son muchos los recuerdos que encierra ese lugar, muchas las historias que marcaron para siempre mis pasos, muchas las etapas que viví en todos estos años, grandes amores, grandes amistades, grandes decepciones, grandes desafíos también. Fui odiada y querida. Yo también odie y quise (quiero) a algunos. Y justo en este momento, cuando mi vida se re-arma en otro universo, me quedo sin las rutinas de siempre y tengo que darme el valor de crear nuevas rutinas para no caer en la desesperación del "sin rumbo". Aunque mi rumbo está definido por estos pirigüines que llevo dentro, como siempre, sigo viviendo paso a paso lo que el destino me da a diario. Sólo sé que esta nueva etapa será una de las más importantes de mi vida y espero no morir en el intento.