Monday, April 05, 2010

CAMBIO HORARIO

Siempre dije ser una chica de verano. Y eso sigue siendo así, aunque ya no sea una chica. El verano me prende, me saca del encierro, me da energías, me invita a caminar y hacer cosas. El sol me llama a la playa, a la aventura, a tomar un bus sin rumbo y conocer un lugar desconocido. Es por eso que el cambio de horario de invierno me corta el día por la mitad. Detesto tener que encender la luz a las 6 de la tarde cuando aun faltan muchas horas para arroparse bajo las sábanas. Y se me viene a la memoria mi época de colegio, cuando salía a las 20:15 de la tarde y era como si mi vida fuera quedarme siempre ahí, encerrada en el aula, rodeada de mujeres freaks y de viejas apolilladas como profes. No quedaba tiempo para nada más cuando al fin lograba llegar a casa después de que un misericordioso chofer de micro se dignara a parar para llevarme hasta mi destino. Y sobre todo en invierno, con el frío, el ajetreo, la contaminación atmosférica y acústica de Santiago a la hora del taco, me hace odiar el invierno y su horario de abuelos.
Hoy, a pesar de estar "descansando" en mi licencia pre pre-natal, sigo odiando mirar por la ventana a las 7 y ver la noche temprana apagar mis ganas de hacer algo más en el día.
Y no solo yo siento de esa manera.

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