Sunday, July 24, 2011

NO ES UNA BUENA NOCHE PARA UN CORAZÓN ROTO

        
Le dijo que ya no más y como de costumbre, ella dio media vuelta sin decir palabras y se alejó tranquilamente hasta perderse de vista. No estaba dispuesta a suplicar por amor. No lo hizo antes, menos aun lo haría ahora que era una mujer grande.
 Llegó a su casa y como si estuviera en una escena de ficción, tras el cierre de la puerta, un estruendo en el cielo trajo consigo una lluvia incesante. Y pensó:” no es una buena noche para un corazón roto”.
 Decidió no hacer nada importante y después de encender la radio, se desplomó en el sofá con la última cerveza de la heladera y un cigarrillo mentolado que alguien le regaló. Podría haber sucumbido a la pena y sin pensarlo mucho, saltar por la ventana y morir al fin. “Es probable que nadie lo notara hasta un par de días después”- pensó, pero nada de eso era cierto. Tenía más amigos y cercanos de los que acostumbraba a reconocer.
En el fondo, ella lo quería a él, pero él quería otra cosa: amor incondicional y estabilidad, quería con toda su alma ser necesitado, por sobre el amor que pudiera sentir. Y ella ya no lo necesitaba con esas ansias que un náufrago necesita un salvavidas. Ella tenía su vida resuelta y solo buscaba su compañía. Era muy probable que él volviera a sus brazos otra vez, así como había vuelto antes, cuando se aburriera de la rutina, de lo obvio, y extrañara su secreta complicidad. Era muy probable que después de la cerveza y el cigarrillo ella sintiera la necesidad de enviarle mensaje para engancharlo otra vez a su historia. Pero pensándolo bien, era mejor darle la oportunidad de ser “contento” hasta que durara y si era para siempre, no había más remedio que aprender a convivir sola con las frías noches de lluvia.
 

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