Thursday, August 25, 2005

SOIR BLEU

Lo que se suponía iba a ser una cita, amistosa claro, sentados en algun café, poniendonos al día con nuestras vidas, resultó ser una pincelada de nuestras historias cotidianas. Tarde él, pronto debía marchar yo, nos encontramos pensando cada uno lo distinto que lucía el otro. Rodolfo más serio, adulto y cansado. Yo... siempre cool, como dice, pero sin la energía chispeante de hace años atrás.
Buscamos un café bonito y agradable, lleno de gente bien, medio artistas intelectualoides, medio bohemios. Yo vestida de mezclilla me sentía cada vez más extranjera en estas tierras. Él pidió una taza de chocolate caliente, yo un café, como siempre. Y la conversación inició con Rodolfo contándome sobre su agitada vida en la Policía de Investigaciones de Chile. Nada de lo que yo podía contar sonaría tan interesante como sus relatos, nada tan emocionante ni espectacular. Preferí guardarmelo todo, pensando, sintiendo tantas cosas tristes. Me había prometido a mi misma no sentir tristeza cuando estuviera con él, pero me parecía imposible, sabiendo que estaba frente al hombre más importante de mi vida, al gran amor que jamás olvidé, pero que ya no amaba en absoluto. Cómo el amor se puede diluir hasta convertirse en compasión. Sentía melancolía por los tiempos vividos y a la vez olía en él un dejo de desolación, él con su nueva vida, con su nuevo amor, lleno de éxitos que nunca buscó, medio perdido en el espacio, buscando lo que aún no sabe, extrañando lo que nunca tuvo o que tal vez perdió en un descuido... Rodolfo Morales... como no sentir lo que siento si lo veo frente a mi, emocionandose y llorando por las cosas más diminutas del planeta. Cada golpe en la vida a mi me hizo más furte, a él, más sensible. Al final de la velada, de prisa y sin mucha preparación me obsequió Terciopelo Azul en DVD, envuelto en un papel azul. No supe exactamente cómo agradecer el gesto, no supe si lo compró a la pasada, no supe si lo sacó de su armario, no supe si fue un regalo devuelto que no tenía su espacio en su casa... no supe que pasaba por su mente, aun no lo sé. Sólo se con certeza lo que pasa por la mía... tristeza, tristeza.

No comments: