Tuesday, May 24, 2005

TALES OF CHININ CHIN CHINI

Mi amigo Toshio y yo salimos a caminar. Cuando lo llamé por teléfono para concertar la cita, noté que estaba un poco sobre exaltado y demasiado animoso, mucho más de lo normal. Me puse el abrigo y caminé hasta su casa. ¡Toshioooooo!- grité. Luego de unos minutos salió. Me saludo con un gran abrazo, como siempre, pero noté que sus pupilas estaban dilatadas y una gran sonrisa adornaba su rostro. ¿Qué onda?- pregunté. Él fascinado me contó el gran secreto que lo tenía tan emocionado: Fanta mandarina a cien, una oferta de locura que el mítico Market Mart había lanzado al mercado. Su padre compró muchas, y cuando digo muchas, son muchas. Toshio confesó que estaba consumiendo al menos 7 latas diarias de esa misteriosa bebida. Pero por qué el Market las estaba liquidando a tan económico precio. Era un misterio que quise resolver, acompañada por mi cada vez más insano amigo Toshio.
Nuestros pasos se dirigieron entonces al Market. La noche estaba solitaria, fría y muy lúgubre. Sólo unos perros salvajes-vagabundos rondaban por ahí. –Compremos cigarros- le dije, y luego de juntar dinero seguimos hasta el único almacén abierto. – Me da unos super white light bright, please- La señora, una mujer gorda y mal humorada me los dio, pero se quedó descaradamente con el vuelto. No quise encararla y preferí seguir nuestro camino. Encendimos un par y continuamos. Yo caminaba lentamente, tratando de no congelarme con el viento que mis propios pies provocaban. Toshio en cambio saltaba, corría, cantaba, es más, gritaba por las solitarias calles, haciendo que los animales que pasaban por ahí nos comenzaran a seguir. A mi me daba un poco de miedo ver cómo su actitud desenfrenada iba increccendo, pero sabía que no llegaría a hacerme daño.
Al fin llegamos al Market. Con la emoción, Toshio se había fumado hasta su dedo índice. Aun así estaba muy feliz, hablando sin parar una sarta de incoherencias. – ¡¡Que llueva, que llueva!!- gritaba hacia el cielo. Para que no arruinara mi plan, le pedí que se quedara sentado junto un gato naranjo que había tomado Fanta también. Luego me dirigí hasta la entrada, pero ya estaba cerrado. Sin embargo unos grandes camiones descargaban grandes cajas llenas de Fanta. Me escabullí en medio de los bultos y logré sacar una lata. La abrí y la bebí deseosa de conocer el efecto que provocaría en mí. No sé si habrá sido sugestión, pero juro que vi estrellas en el cielo y también una bola redonda y luminosa a la que llaman Luna en los países libres de contaminación.
Caminé un poco emocionada hasta Toshio. Él peleaba con el gato naranjo por una lata vacía de Fanta. Lo tomé del brazo y corrimos sin rumbo conocido. Corrimos tanto que nuestras manos se congelaron, así es que decidimos parar. Nos encontramos por casualidad con una plazoleta solitaria, iluminada por grandes esferas amarillentas, dos escaños, unos frente al otro, y el piso cubierto de hojas secas de distintos colores. Me dio escalofríos estar ahí. Me recordó mi paso por Silent Hill en alguna antigua pesadilla. Pero un perro salvaje nos miró con curiosidad por conocer nuestro sabor, así es que decidimos quedarnos sentados y callados, esperando que algo nos sacara de toda esta locura. Encendimos otro par de cigarrillos super white, mientras expulsábamos vaho hasta por las orejas. De pronto se acercaron dos hombres misteriosos. Parecía que pensaban sentarse en la plazoleta, pero como nos vieron, siguieron de largo. Miré a Toshio. Toshio me miró y por fin dijo algo cuerdo esa noche. –Chinin, sigámoslos- Caminamos en fila india sigilosamente hasta unos matorrales. Los hombres se detuvieron y comenzaron una conversación media confusa que no alcancé a escuchar muy bien. Entonces Toshio sacó de su bolsillo una lata pequeña de Fanta. La abrió y me la pasó.- Te hará ver y sentir mejor- dijo, en tono de comercial televisivo noventero. En fin, la bebí y sentí de inmediato su poder. La oscuridad se aclaró un poco y pude ver el rostro de los hombres. Era el alcalde Pavlín, acompañado por un señor bajito, moreno, bastante feo y con acento de país centroamericano. El hombre abrió su abrigo y sacó una lata de Fanta, mientras le susurraba algo al oído al alcalde. Pavlín abrió la lata y bebió desesperadamente de ella. Acto seguido, se colocó unos lentes oscuros, desabotonó un poco su camisa y encendió un habano. Yo no entendí mucho y de la confusión me desmayé. Había bebido demasiada Fanta mandarina en tan poco tiempo.
Cuando desperté, Toshio me hizo un resumen de lo que no alcancé a ver. El misterio de la bebida consistía en una formula extraña a base de colores y diversión que hacía a la gente feliz. El plan del hombre bajito era traer esta Fanta a nuestro país y convertirnos a todos en personas alegres, coloridas y con sangre caliente, para poder por fin ser parte de la identidad latinoamericana. Así todos perderíamos nuestro apagado gris chilensis y seríamos seres caribeños en el extremo sur.
No se si fue verdad o solo una trastornada teoría de Toshio, solo sé que hoy decidí vestirme de un color llamado green y la verdad es que me sentí mucho mejor, conchalevale.

FIN

1 comment:

Donny said...

xDDDDDDDDDDD
mori, con la historia
esta muy linda *-*
En fin.... [Como diria Toshio...]

Gracias, gracias por eso, me hacia falta, no se por que, pero senti que necesitaba leer algo como esto, no tanto por lo divertido, sino mas por el sentimiento de union que me hizo sentir =P, naaaaa no se fue raro xD.

Bueno espero que las historias aumenten, con el poder de Toshio todo es posible :juju:

Ya cuidate mucho
un abrazo
t kero
ADIO