PAZ

 Enferma y todo como estoy en estos días, me puse a recordar que hace mucho rato no sufro del colon. Y eso es desde que dejé atrás ese lugar tóxico que era mi hogar de ese entonces. Fue una escapada inesperada e infinitamente triste, dejé a mi hermano con todo el peso de los problemas, pero ese acto egoísta me sirvió para salvarme de una vez por todas, para salvar a mis pirigüines también, quienes hoy son mis pollitos adorables.
 Y creo que desde ese día y a medida que pasa el tiempo, he logrado desapegarme de las cosas que muy en el fondo no tienen gran relevancia y concentrarme en lo verdaderamente importante para mi, he logrado dejar los problemas de los demás fuera de mis dominios sentimentales y preocuparme de lograr mi propia felicidad y la felicidad de mi familia. Sé que puede sonar muy individualista de mi parte, pero en realidad esa paz interior me permite ver las cosas de los otros con un punto de vista más objetivo y muchas veces he logrado ayudar sin sufrir y sangrar por el otro.
 Hoy he aprendido a ser más tolerante, a pelar menos al otro, a envidiar menos, a odiar con el alma porque es un odio verdadero y a amar con todo mi ser, porque también es un amor verdadero. No pretendo criticar mi forma de ser, porque así es como soy y así como hay gente que me teme y no me quiere, hay otra que me quiere mucho y me hace sentir a gusto. Soy feliz por estar en paz conmigo misma, al aceptarme con mis defectos y virtudes, al tener la fuerza para levantarme cada vez, porque ya no guardo mis terrores en mi estómago como en aquellos tiempos.