Tuesday, July 10, 2012

MVASQUZS



De pronto se me pasa el tiempo y no encuentro el momento para relatar todas mis memorias, sin embargo no puedo dejar pasar la oportunidad de escribir sobre un personaje realmente inolvidable.
 Un día lo conocí, sentado en un escritorio de la Caja Los Andes. Era un muchacho pequeño, negro, con mechas tiesas y un gran nudo de corbata que parecía devorar su rostro flacuchento. Definitivamente no tenía clase. Su voz "pitosa" realmente desagradable al oído con el tiempo fue madurando como cuando un jovencito supera la adolescencia exitosamente (o tal vez nos acostumbramos a ella y ya no nos parecía tan desagradable) Era el Marco Vásquez, una joven promesa que llegaba a nuestra empresa con ganas de saberlo todo y ser el mejor. Pasó el tiempo, pasaron muchas cosas, se hizo de buenos amigos, de un par de compinches y se convirtió para mi en la jodida mosca en la oreja que terminas por extrañar cuando no te zumba cerca. Creo que en el fondo el signo en común nos unía más de lo que se veía a simple vista, pues ambos tenemos una personalidad de mierda que nos hace ser amados u odiados de una sin término medio. Pero lo que a él le sobraba en experiencia de la parte poco amable de la vida, le faltaba en madurez. Pasaron muchas cosas en toda su estadía en la pega y finalmente terminó sumido en un rincón de una sala donde los ilusos no aprovecharon sus capacidades ni reconocieron sus habilidades. Yo creo que fue lamentable su partida, de veras lo pensé todos estos días y aunque se veía venir, no le tomé el peso hasta hoy cuando me dejó a su hija en mis brazos  por un momento y me dijo "me voy". Yo ví la tristeza en su rostro, vi la decepción en su mirada, también respiré su temor a lo que se le viene. En el fondo lo entiendo. Todo esto dejó de tener sentido y muchos de los antiguos pasamos los días en la gris oficina en modo automático, sin grandes ambiciones, sin muchas motivaciones para seguir. Los realmente buenos se han ido de a poco. Hoy se fue uno de los dos amigos que me estaban quedando en ese maldito trabajo y a pesar de mi pesar, a pesar del pesar de los demás, espero con toda mi fuerza que este muchachito irreverente y poco prolijo logre salir de su mundo en blanco y negro y logre ser feliz con su ansiada familia, logre surgir y desarrollar la gran persona que lleva dentro. Debo reconocer que lo extrañaré un montón, pero no pierdo la esperanza de algún día nuevamente encontrarme con ese niño desagradablemente adorable que conocí hace algunos años en esta gris oficina.

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