LO QUE SIENTO / el discuso cursi

Y estaba ahí, sentado junto a mi en aquella plaza. Yo lo observaba mientras él me contaba sus cosas apasionadamente, todo lo malo, todo lo bueno. Tenía los ojos brillosos, el parche junto a su oreja izquierda lo hacía parecer aún más niño de lo que es. Y yo lo observaba incansablemente mientars el viento soplaba nuestros cabellos cortos con delicadeza.
Fué un día ajetreado, hizo mucho calor. Por la tarde lo acompañé donde el practicante para que le sacara esa fea espinilla enquistada de su rostro. Me pidió un helado a cambio, como premio por haberse portado bien. Ahora, cuando la noche había caído ya hace un par de horas, habiamos decidido salir a caminar para despejarnos y fuimos a parar a esa plazoleta pequeña de su barrio donde los chicos del lugar se juntaban para conversar. Era en ese mismo lugar donde tiempo atrás fuimos a tomar aire para enfrentarnos por primera vez frente a su familia y presentarnos como una pareja oficial.
Y él continuaba hablandome de sus problemas, acercandome a su intimidad. Y yo pensaba, mientras el viento soplaba acogedoramene por sobre nuestros rostros, que lo amaba como nunca amé en la vida, a él, aquel hombre que tenía tantos dones, entre otros, hacer magia con sus palabras y envolverme en fascinación con cada uno de sus relatos.
Yo no tenía mucho que decir. Se acercó a mi de pronto y acaricio mis cabellos. Yo me estremecí, me sentí como una adolescente que está siendo conquistada por el chico que le gusta. El panorama era bien distinto a cuando discutimos, a cuando hay difernecias que nos separan de la calma. No quería perderlo ni ahora ni nunca. Esto estaba recién comenzando para mi.
Sentados en la noche en aquel lugar, supe que era inmensamente feliz a su lado y no necesitaba nada más que un paseo por las calles tomada de su mano para reafirmar lo que siento.