ARTISTA

Suerte, actitud y talento. Recuerdo a Enrique como a uno de los primeros cercanos en el instituto. Era piola, de estilo desordenado-cool, burgués y bien observador. Poco a poco me di cuenta que no teníamos mucho en común, salvo estudiar en la misma aula la carrera que elegimos estudiar.
Siempre se reconoció su talento, sin embargo era muy individualista y celoso de un protagonismo que ansiaba silentemente. En algunas clases me descalificó frente a todos, frente a los profes, pero no enfrente mio. Los testigos me lo contaron, no me sorprendió. Él tenía su forma, tenía pocos amigos, sin embargo su figura interna crecía con el paso del tiempo y su seguridad también.
Salió siendo amigo y colaborador de uno de los grandes pensantes y maestros de nuestra escuela. Heredó su legado y guardó la enseñanza cuando él falleció y con esa potente semilla, se fue en un viaje real y mágico, un viaje duro e inesperado que hoy le ha dado grandes frutos artísticos de inspiración y motivación.
Es de esas personas que uno podría decir "sabía que saltaría a la fama" y a pesar de la extensa lejanía que nos separa, geográfica y espiritual, me gusta saber que brilla haciendo lo que le gusta, aun en su rinconcito quisquilloso, mirando la realidad con sus ojos burgueses y su espíritu comunista. Una mezcla rara la de Enrique que quizás muchos alaben, pero pocos compartan. Él siempre supo que sería un artista. Yo siempre supe que se saldría con la suya.