RESCATE

Mi padre me mostró su peor cara. Fue un pésimo esposo, padre irresponsable, un adolescente en cuerpo de adulto casi toda su vida, hasta que las consecuencias de sus actos limitaron su felicidad y sus libertades. Quedó solo, viejo y desempleado. A pesar de todo lo malo, tengo junto con otras cosas, muy buenos recuerdos de los momentos que compartimos juntos. Él siempre quiso potenciar mis habilidades y fortalezas, siempre quiso que fuera mejor persona y profesional que él. Y hoy agradezco infinitamente tenerlo cerca de mis niños, quienes afortunadamente tienen un abuelo amoroso que los visita y regalonea cada vez que puede.
 Mi madre me mostró su peor cara. Se volvió egoísta de pronto y dejó desastre tras sus pasos. El momento y la forma no fueron los correctos, sin embargo su propósito era el que debía ser hace ya muchos años. Sufrí mucho, sobre todo porque ella era una de mis mejores amigas y de pronto, se volvió una desconocida, cruel y manipuladora. El tiempo pasó y las heridas sanaron. Siempre tuve una cercanía con ella distinta a la de mi padre y me siento afortunada de haber recuperado nuestras conversaciones, nuestra interdependencia, su cariño y cuidado.
A pesar de los errores y malos ratos, mis padres, cada uno por su lado, nos han sabido demostrar que son padres, cariñosos y preocupados, son lo que deben ser por sobre otras cosas. Yo aprendo todos los días a superar los obstáculos y disfrutar lo bueno. Rescato los momentos lindos y me siento aliviada de no llevar un peso negro en mi espalda de negativismo y rencor. Ellos son mis padres y no lo cambiaría por nada.