Tuesday, August 18, 2009

AMBULANTES

La vieja de los jugos tiene la mejor ubicación. Justo en la intersección de dos calles cercanas a la Alameda vende todo el zumo de naranjas combinado con agua, micro y macroorganismos que andan por el lugar antes del mediodía. Y lo más importante: se junta cada cierto tiempo con unos amiguitos de verde a la vuelta de la esquina, cerca de los matorrales, a darle parte de las ganancias para que la dejen trabajar en paz.
La vieja de los yogurt arranca hecha una flecha cuando los amigos del camino aparecen de improviso. Su negocio se ve más estable y más limpio, pero aun así no quiere compartir sus enormes ganancias con nadie, mientras nosotros sangramos el sueldo cuando le queremos comprar una leche con chocolate.
Y el pobre viejo de las sopaipillas pierde todo cuando se lo llevan a pasear en un enorme bus verde, mientras la gente que va pasando y los alumnos del San Ignacio sacian su hambre con sopaipillas aun burbujeando en aceite. Su carro rueda sin rumbo por el medio de la calle mientras los colectiveros tratan de salvar por lo menos el balón de gas para cuando algún día el pobre viejo de las sopaipillas regrese a la esquina de siempre.

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