Wednesday, August 16, 2006

14/04

Por JP

Las noches que preceden su llegada resultan ser siempre inquietas, algo de ansiedad y mucho nerviosismo, la paranoia siempre actúa fuerte las noches anteriores a su llegada, así ha sido desde la primera vez y hasta hoy sigue siendo igual; esta vez, por supuesto, no fue la excepción, eso, sumado a la infaltable y muy notoria visita de los fines de semana largos en mi casa me habían hecho pasar una mala noche. De cualquier modo, no iba a permitir que esta molesta situación estropeara el día que tenía pensado pasar con ella, lamentablemente mi rostro no reaccionó tan bien ante ello como mi ánimo, por lo cual, al bajarse del tren notó de inmediato mi cara de pudrimiento, preguntó que pasó y yo, escuetamente, respondí, me sentía molesto y con sueño, pero desde entonces ya se notaba la increíble influencia que tiene ella sobre mi estado de ánimo, hasta el día de hoy, cualquier incomodidad, malestar o mal rato parecen desaparecer ante su presencia, por ejemplo: cada vez que soy yo quien viaja a visitarla, por incómodo o desagradable que me resulte el viaje, la sonrisa y el abrazo que me esperan al bajar del tren actúan casi como una poción mágica en mi, me devuelven las energías, una sonrisa a mi cara y una tibia sensación de confort a mi alma.

“¿Qué hacemos?”, como todas las veces el itinerario que había planeado para la jornada no alcanzaría a cubrir ni la mitad de ésta, el día estaba hermoso, soleado pero no exento de frescura, como nos gusta, por lo que decidimos caminar. Al recordar medianamente el parloteo de mi parte sueno tan ridículo y nervioso, no sé si ella lo notó, no sé si lo recuerda; llegamos a un parque, que es más bien una avenida residencial con hartas áreas verdes, escogimos una banquita y nos sentamos para poder continuar nuestra conversación; en retrospectiva, resulto ser un idiota, mis temas escogidos son las maldiciones que rodean a mi familia y alguna ex novia, todo en un tono amargo y de desgano, todavía no sé como ella aguantó tanta tontera y no decidió huir despavorida lejos de mí.

Hora de comer, yo tenía hambre hace rato, la santidad del día tenía casi todos los negocios cerrados pero no el de las empanaditas en la plaza, nos dirigimos hacia allá, el día santo también me hizo escoger una de queso con tomate y champiñones y mi respectiva bebida, ella tomó café con su empanada, ya empezaba a hacer frío, encontramos remedio para eso ubicándonos directamente frente al sol que aún se asomaba entre algunos edificios, seguimos conversando para luego cumplir una promesa: ir a los video juegos a divertirse un rato, el Dance Dance Revolution estaba descompuesto por lo que ella decidió gastar sus fichas en alguna otra máquina de su elección, en una de ellas barrió el suelo conmigo y mis X-Men; nadie puede corroborar o desmentir esto, pero estoy seguro de que yo ya la miraba con cara de imbécil, mientras ella fijaba su atención en la pantalla, tal vez como la miro hoy cuando duerme su siesta con la cara a la luz que entra desde la ventana. Para ser honesto yo no estaba del todo cómodo en ese local, resulta ser muy oscuro y está ubicado en un sector que no gozaba de muy buena fama en mis días de estudiante, por lo que, en gran parte, agradecí cuando salimos de ahí.

Enfilamos hacia la estación, pero sin apuros, disfrutamos del trayecto como un paseo más, no había decidido que tren la llevaría de vuelta a casa pero, a lo mejor, uno por las 19 hrs. le serviría, corroboramos alguno que saliera cerca de ese horario y nos sentamos a esperar.

El 95% del tiempo ella tiene sus manitos heladas y la ropa con la que decidí salir ese día ya no servía para abrigarme mucho, ahora que el sol se había ocultado, todo esto confabuló para intentar un nuevo acercamiento, había habido un par anteriormente ése día, pero por diversos motivos, uno de ellos mi estupidez, no habían salido muy bien, le rogué al cielo y me esforcé por que esta vez no nos separáramos, resultó y esta vez, entre acurruco y acurruco nos besamos, no recuerdo mucho los detalles que envolvieron esta situación solo mi corazón zapateando en mi pecho y el calorcito que recorrió mi cuerpo, devolviéndome la vida. Por supuesto ya no se iba en el primer tren que pasara, y la profesora de Charlie Brown anunciaba estragos en los itinerarios por los altoparlantes, cosa que no dejó de alegrarme, ante todo esto, nos animamos a tomarnos un café en el pequeño cafetín que en ese tiempo había en la estación, la conversación que acompañó este café se llevó el siguiente tren sin que ni siquiera nos diéramos por enterados.

Resultó que para la siguiente salida nos quedaba algo de tiempo, así que me animé a pedirle que me acompañara a casa a buscar algo de abrigo, por supuesto que accedió, su tendencia protectora, casi maternal, le impide dejarme sufriendo o muriendo de frío. Le tomé la mano y comenzamos una apurada caminata a mi hogar, apuro que no nos impidió detenernos a besarnos en algún lugar del camino como unos niños, tan pueril, como tanto me gusta besarla. En mi casa una buena cuota de incomodidad, mi madre, aún algo convaleciente, no escatimó en abrazos y palabras cariñosas para ella, sus invitaciones a una taza de café debieron ser lamentablemente rechazadas en pos de alcanzar el tren que ya se acercaba desde el sur, el regreso a la estación fue tan frenético como el camino a casa solo para llegar a escuchar más malas noticias acerca de atrasos o suspensiones de servicios.

Para la última oportunidad que tenía ella de abandonar mi ciudad esa noche faltaba un poco más aún, es increíble como los fines de semana largos producen tanto estrago en los medios de transporte; de cualquier manera, aproveché la situación para abrazarla fuerte, besarla y prometerle que en cosa de un par de días nos estaríamos viendo en su ciudad esta vez, sus hermosos ojitos brillaban mientras le ponía atención a mis palabras; le dije que la quiero mucho, ella ya lo sabía y le digo hoy, 4 meses después, que la quiero mucho, mucho más que esa noche de Abril.

3 comments:

Dari said...

Inmensamente feliz me ha hecho este JP todo el tiempo que hemos estado juntos. Solo quiero que el tiempo para nosotros sea eterno y que nadie empañe esa sonrisa de idiota que tengo cuando pienso en él.

Publico aqui su testimonio de nuestro primer día de romance, sin edición y sin censura, agradeciendo sus hermosas palabras hacia mi.
Te adoro

Fre said...

Bello! Como la cara de idiota contento que puse cuando leí a Daripat poseída por un amor de besos pueriles e ires y venires emocionantes. Me alegro y mando unos parabienes enormes, sinceros.
El Fre.

Paula De Sousa said...

Que lindo lo que acabo de leer!
El amor nunca muere...
Y está dentro de cada uno de nosotros!
Me alegra saber que todavia somos muchos los que ponemos caras de idiotas cuando pensamos en el amor y lo que vivimos por el!
Felicidades a los IDIOTAS! como nosostros...