NADIE LLORA

Nadie lloró. Porque seguiamos en el mismo mundo, porque nadie iba muy lejos. Nos íbamos a ver las caras de igual forma a diario, asi que no había motivo para sufrir. Pero debo confesar que ese insoportable grupo de mujeres, género que detesto desde el comienzo de mi historia, me hizo sentir bien. Y ninguna lloró, a pesar que en la garganta se armaba un nudo. Rompimos papeles que volaron por los aires, desperdiciamos miles de corchetes que cayeron en nuestro pelo. Histérico fue todo, como buenas féminas que somos, histéricas y apasionadas. La pena quedó en suspenso. Las gracias y los buenos recuerdos quedan entre lineas. Todo se supone ha sido dicho. No esperemos más que esto.