Da nostalgia el reencuentro con el pasado, sobre todo si ha sido un pasado rico en historias y positivo en enseñanzas.
Dije que me haría bien y decidí pasar este tiempo libre con mis amigos. Uno, es un chico al que conozco desde hace ya 15 años, cuando ambos eramos unos ñoños escolares. Aún lo somos y nuestras historias lo confirman. Caminamos bajo la neblina espesa de la noche hasta el Museo de Bellas Artes. Vimos una exposición de Hugo Marín y sus cabezas gigantes. Un poco de farándula porulando por ahí. Nos quedamos un rato y después a comer algo.
Hoy la cita fue con mi segunda etapa de estudiante, con mis amigos de la escuela de cine. Pensé que llovería, pero aun no cae ni gota. Pasar por Dublé Almeyda me trae grandes recuerdos de mis años de aprendizaje. Se me aprieta el corazón y me tiembla la garganta. Aunque pasen mil años, no puedo evitarlo. Una comida y una conversa al son de una buena música son siempre bienvenidas en compañía de mi amigo Niccolo. El otro personaje adorna con tallas fomes.
Por la tarde regreso a casa sola, como suelo estar durante la semana. Los recuerdos y las anécdotas se guardan para la próxima. Yo sigo mi camino cada vez más lejos del comienzo, pero siempre cerca de mi hogar. Ya quiero que sea el fin de semana.
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