Veinte años han pasado ya desde que nació mi hermano menor. Veinte años desde que me quitó el puesto como el bebé de la casa. A él se lo quitaron como a los 8, cuando nació mi sobrina, pero aun así disfrutó del regaloneo más que yo. Hoy se puso fan de la ropa a rayas y se la pasa jugando juegos de football en el PS2 en sus ratos libres. De hecho me quita a mi novio los fines de semana que la pasamos acá. Por suerte o por defecto, se ha convertido en un buen compañero, ya que compartimos una misma habitación.
Cinco años han pasado ya desde que llegó mi perro a nosotros. No pensaba quedarse mucho tiempo, pero logramos convecer a mi madre de dejarlo aqui y hoy es el bebé de la casa. Me hace reir, me sirve de compañía, se para en dos patas y nos da el abrazo de año nuevo. Le gusta que canten "cumpleaños feliz", se pone revoltoso y nos divierte.
Poco más de un mes falta para que llegue Navidad y como todos los años mi itinerario de noche buena ya está trazado. Las calles poco a poco se llenan de gente gritando por vender sus productos. Cuando yo era chica eso no pasaba. Bueno... tal vez un poco, pero hoy te encuentras tropezando con miles de cosas tiradas en el piso.
La percepción de las cosas me cambia año a año. Me pongo vieja y mañosa. Me gustan alimentos que antes no comía y me molesta la multitud cada vez más. Pero aun la música me despierta y me falta el dinero para poder ir a ver a todos los artistas que me gustan. Tengo un ticket, pero me faltan 3.
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