LA TIERRA EN NUESTRAS MANOS

La tierra está en nuestras manos, desde hace muchos siglos atrás y nosotros nos seguimos ensuciando las manos con tierra.
Hoy, 6.45 de la tarde y camino por las calles de vuelta a mi casa después del trabajo. Ya estamos en la segunda mitad de Abril y se asoma el invierno. Hay niebla y un viento fuerte y bien frío me congela los dedos y la punta de la nariz. Niebla y viento no son muy compatibles, aun así, convivieron este atardecer. El clima está cambiando y me da un poco de susto. Hay una teoría cientifica que dice que la tierra se ha inclinado un poco hacia uno de sus lados y entonces los polos articos ya no están en el punto cero de la tierra. Es así como se derriten ráìdamente los hielos. En ciertos lugares hace más frío, porque estamos más abajo o más arriba que antes y en otros hace más calor, porque se han acercado a la linea del ecuador.
Ayer un tsunami arrasó con varias hectareas de tierra en el sur de mi país. Yo sabía de antes que eso ocurriría, se lo dije a mi familia cuando comentaron en las noticias sobre un volcán en erupción. Murieron más o menos una decena de personas que vivian cerca de la orilla del mar. No se puede hacer nada para parar el curso natural de las cosas ni de los fenómenos climáticos, pero se puede ayudar a crear el menor daño posible. También se pueden tomar ciertas precauciones y fue eso lo que no ocurrió con lo del tsunami esta vez.
Yo no soy una ecologista ni mucho menos, pero trato de hacer las cosas bien cuando puedo, al menos las cosas simples. Me gusta caminar por suelos limpios y me doy el trabajo de recoger la basura que mis compinches botan al piso, para luego arrojarlas, como corresponde, al tacho de la basura. Cosas tan simples como esa pueden ayudar a cuidar el medio ambiente y creo que cada uno de nosotos puede hacer algo al respecto, ayudar con un pequeño gesto a que el mundo no sea tan infernal para cuando vengan nuestros nietos. Yo espero tener un par de hijos al menos. No me gustaría que encontraran el jardín recubierto por papeles y cenizas de cigarrillos. Es como recibir a un invitado con la casa sucia. Los invito humildemente a preocuparse de esto. Ya ven que una bestia como yo puede.