No se comparan 1500 con 180 días de historia. En la línea horizontal de las cuentos uno es más que otro, pero en el sentido presente, lo mucho se vuelvo poco, se siente lejano, queda solo la experiencia y se va el sabor de boca de tantas noches pasadas, de tantos viajes, de flash de fotos, de vientos de primavera. Y lo poco se vuelve intenso, pues aun se conserva el olor de otro y no alcanza a irse de la piel cuando ya lo tienes de vuelta a tus brazos.
Él no se siente ni con ella ni sin ella. Perdido en lo que no sabe, en casa sin saberlo, no había pensado en recordarme en los recuentos, pero yo sí lo escribí en mi memoria, porque no importa la cantidad de números en el contador, importa la intesidad de cada voltaje que te hizo pegar un salto, importa la fuerza de los sentidos que te hacen estremecer. Y no se borran las memorias de una adolescencia de verano, del volver a sentir lo que nunca sentiste pero debiste sentir a los 15. Eso me importa, eso me corre por las venas. Eso y tanto más, tantas otras cosas que fueron pequeñas, detalles dentro del cuadro, suspiros en el amor, dulces y suaves, que te marcan para siempre, que te hacen querer peinar tu chasquilla a la perfección mientras tu pelo erizado rie detras de tu nuca.
Y miro como niña que por primera vez ve el mar, una lista interminable de friends y mensajes y colores y focos de luces en medio de una lluvia de estrellas, estrellas del espectáculo, estrellas de su propia vida, sus propios productores. Y confirmo que nunca pude ser parte de ello, si siempre corro lejos de las cámaras, siempre escondo mi rostro después de dejarme llevar. Me asusta tanto paisaje extraño, tantos lugares y sonidos distintos y tantos sabores diferentes. Pero él si es parte de eso, con la simplicidad del sonido que crea, es parte de una rima callejera, más sutil que otra, pero con el mismo entusiasmo. No se puede definir entre uno y otro, pero siento que no está desenfocado, ni pixelado, tal vez solo medio perdido, como todos hemos estado en nuestros propios mundos. Sólo falta encontrar la mano correcta que te lleve a paso seguro y ya está.
Si eliges el camino llega hasta el final. La chica parece la perfecta, pero solo tu olfato sabe qué tan bien es despertar a su lado. Yo soy una gallina y decido retroceder justo al final de la línea. Me gusta más el espectáculo desde la cancha, gritando y saltando y aplaudiendo con fuerza, soñando con ser el otro también, pero luego vuelvo a casa, me tomo una leche caliente y buenas noches los pastores. Aun el chico del barrio me espera para la caminata nocturna, el cigarrillo y el vertigo en el aire. Tonto, pero simple. Nada es comparable, todo es rescatable.
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