The grey day began grey, cold and sad. Tiredly tired of everything, i awoke up without my usall energy to go on. He said i'm not taking seriously all our stuff- it made me sad, deeply sad.
Hoy fui a trabajar. Anoche dormí poco por causa de mi hermanito, el más pequeño, el de 18, que no llegaba a casa y todos estabamos preocupados por eso. Yo ya me imaginaba el teléfono sonando para anunciar una desgracia. Entonces había insomnio en el aire y tristeza en mi respiración.
Hoy fui a trabajar. La mañana estaba gris y muy fria. No tenia ánimos de levantarme, pero tuve que partir. Mi cabeza como siempre, pensando y pensando sin parar, preguntándome todo, cuestionandome mis actos, repasando mi vida. Y me di cuenta de que pocas veces hago la cosas por impulso. Trato de medir cada paso que doy, trato de administrar bien mis energias, de cuidar cada centavo que gano, de escoger bien mis compañias, de encontrar el mayor tiempo posible para ir hasta él. Y él era injusto y punto. Pero nada me sacaba la pena de adentro.
Llegué a trabajar. Poca gente, mucha pega, demasiado sueño. Mi cabeza me dolía por la falta de descanso durante la noche. Datos y mas datos frente a mis ojos, mientras me volvía zombie a medida que pasaba el tiempo.
Llegó la tarde. Román pasaría a buscarme para acompañarlo a comprar ropa- La manzana de la discordia- El día aun estaba frio, mas frio que antes. Lo vi venir, me pareció bien. Se veía más fresco, más renovado. Caminamos juntos por el centro de Santiago hasta las tiendas. Ahí lo de siempre: el show de Román, pero de capa caida. Yo pensaba en JP, cada vez que veía las cosas a mi alrededor, cada vez que recordaba que tenía pena, cada vez que al amor se olía en el aire.
Traté de abstraerme. El pedazo de mi que mi historia con Román se llevó no era menor. Cada vez que me enfrento a un trozo de mi historia, es una nueva oportunidad para respirar mis frustaciones, mis actos fallidos, mis pasiones desperdiciadas en el tiempo. Eso da pena, sea cual sea la historia que haya sucedido. Y poco a poco recordé qué es lo que me había unido alguna vez a Román. Y poco a poco recordé lo que me había alejado de él. Anesteciado como siempre, nunca sufre demasiado, nunca disfruta demasiado. Pasa como por encima de los sucesos, de su propia vida. Nunca hubo forma de hacerlo sentir. Ese fue mi fracaso.
Luego de las compras, fuimos a comer algo a un desafortunado bar donde la gente cantaba animada y borracha en un concurso de karaoke. Estaba en otro mundo, uno alegre y decadente, uno lejos de lo que sentía cerca en ese momento. Estuvimos poco rato. Corto y preciso fue la despedida. No había mucho que decir, al menos nunca ibamos a llegar a ningun lado, como siempre fue. Él pidió disculpas, yo dije que todo estaba bien, él supo que quiero a su amigo, yo supe que aun sigue perdido en el espacio, desperdiciado dentro de su vida.
Camino a casa como un zombie. Él me llama para avisar que se va de mambo, a su estilo, por supuesto. Yo aviso que sigo igual, sintiendome triste, replanteándome la vida, dándome cuenta a cada segundo de mi súbita claridad mental que las cosas no van bien, pero que me hace bien sentirme querida. Eso es la bomba que destruye mis desgracias, al menos en teoría. Semi errado, semi inconsciente, sabía que no seguiría pensando por mucho rato mas.
Al fin en casa, una dosis de YYZ de Rush y vuelvo a ser la idiota de siempre, esperando que venga un dia mejor.
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