"Eres muy linda". No faltó mucho más y creí que todo era perfecto. Ese día llegué tarde, pero llena de adrenalina. Era su día. Yo quería que todo saliera bien. Le pedí permiso a E y salí antes. ÉL me dió las llaves y partí en metro a encontrarme con C y su novia P. Compramos cosas, corrimos en auto. Me dejaron en casa y partieron en busca de los otros invitados. Yo estaba feliz, verdaderamente feliz. No supe que era un sueño, todo parecía real y mágico a la vez. Cerré la puerta y comencé mi ritual. Dejé las cosas y me puse cómoda. Me saqué los zapatos, como de costumbre y me tomé el pelo. L corría por la casa muy contenta. Yo puse un poco de música para entrar en onda y mientras adornaba la casa, bailaba por todos lados sintiendome poderosa, ama y dueña del hogar. Incluso L me pertenecía. Sentí que nada más hacía falta. No existía el país B, no existía A, no tenía otros anhelos, no tenía otras ambiciones, no existía otra casa, otra familia en mi mente en ese sueño. Estaba en casa, mi casa. Estaba casi todo listo, cuando de pronto comenzaron a llegar los invitados. La primera, una chica media artista, media provinciana, media soberbia, media aburrida. Me puse los zapatos y salí a abrirle. Ella pensó que se había equivocado de departamento. Yo le dije que estaba en el sitio correcto y su rostro se desvaneció en su desilución. No me importó nada. Subimos. Me arreglé un poco, me perfumé y me peiné. ÉL llegaría en cualquier momento. Luego todo fue confuso. Los invitados, los regalos, la noche, las copas, la comida, las palabras. Sólo recuerdo a JP charlandome algun tema interesante, haciendome sentir cómoda nuevamente. La noche pasó por mis ojos como si estuviera bajo el efecto del éxtasis.
Tomé un baño. Estaba un poco molesta y desilucionada. De vez en cuando me preguntaba qué diablos hacía ahí. ÉL no quizo acompañarme. Yo no quize invitarlo. Llené la tina, me saqué la ropa y entré. El agua estaba perfecta. La noche afuera estaba estrellada. Tomé el jabón en mis manos y perfumé mi cuerpo. Aun buscaba la respuesta. Qué diablos hacía ahí. Si todo era un sueño, poco a poco tendría que acabar. Yo también era solo un sueño para ÉL y pronto despertaría. Me sumergí debajo del agua. No pensaba salir de ahí hasta algo me iluminara de pronto y supiera qué es lo que debía hacer. Estuve ahí por mucho, hasta que mis manos se arrugaron y hasta que el agua se enfrió. Me incorporé y ví como una araña flotaba en el agua, intentando nadar hacia la orilla. Me dió mucho susto, decidí salir. Tomé la toalla y me envolví en ella. En la habitación estaba ÉL viendo televisión. Le pedí ropa, tenía frío. ÉL me lo dio sin decir una palabra. Aún estaba molesto. Quería hablar. Yo quería dormir. Me metí entre las sábanas, mientras ÉL se sentó en su silla a la distancia y comenzó su discurso. -¿Qué vas a hacer?, ¿seguiremos juntos o no? ¿Vas a dejarlo todo por mi o continuarás tus planes?- Yo estaba exahusta, no quería hablar, solo dormir. Pero tal fue su insistencia que tuve que decirle todo lo que pasaba por mi cabeza. ÉL quedó callado, todo era verdad. Volvió a la cama junto a mi y me abrazó fuertemente. ÉL estaba perdido, ya no había vuelta atrás. Yo estaba perdida, ya no había paso atrás y no lo supe bien hasta que finalmente terminó el sueño, hasta que decidí quedarme, hasta sentir lo que siento. Yo tenía frío. ÉL tenía calor. Me abrazó fuertemente y yo sentí que era poderoso. Nada malo podía ocurrirme estando a su lado. Estaba a salvo. Estaba en casa. Estaba soñando.
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