LA NUEVA ONDA

Qué hacer!, rodeados de tantas nuevas modas, de tanta música, de tantos estilos que se entremezclan y se confunden, que se indefinen cada vez más, que se corrompen y ya estan muy lejos de ser estilos puros. Los góticos escuchan punk y el punk es ahora Avril Lavigne y Blink que es la música de los skaters que a su vez se rien del reggaeton, pero también lo bailan y se saben todas las letras, pero tratan de imitar el estilo de vida de un rockero y aman el rock clásico en la adolescencia, asi como aman el techno y 31 minutos. Y los chicos emos que nadie sabe con exactitud que mierda son, pero la gente los mira con recelo, un segundo antes de convertirse en gente emo también. Los chicos quieren lucir cada vez más cool, cada vez más raros, llenos de tatuajes y piercings, llenos de adrealina, cigarrillos y alcohol a temprana edad, llenos de indecisión, de no saber lo que quieren, de no querer nada, al menos nada muy comprometido, de no ser alguien etiquetado, de parecer ser alguien más. Y las chicas, que ya no son dulces, que ya lucen como chicos y estupidizan su mente, rebajan su cultura para ser más agresivas y caer bien, gritan como urracas cuando ven a su venir a su comadre, pero escupen al piso antes de pegarle un puñete al de al lado.
Nadie quiere ser el original, todos quieren ser copias del más cool. Nadie se conforma con lo que es, todos pretenden ser personajes idealizados en sus cuadernillos de apuntes. Nadie quiere ser de una línea, es mejor ser ambiguo en todo el sentido de la palabra. Y se sienten orgullosos de ser lo que son, de ser sinteticos y fingidos, de bailar en la Blondie al ritmo de Miranda y besar al chico, mientras manoseas a la chica. Miranda y toda su mierda de música, que suenan a argentinos pasados a caca, después del carrete, después de la joda, tan estrafalarios, tan sexuales, tan vacios como nuestras vidas actuales. Y asi los chicos se reproducen por miles, todos imitando el ejemplo del asexuado que solo quiere pasarla bien, ser lindo y ser querido por otro como él. Ya no hay compromiso, pero se anhela de todas formas. Ya no hay matrimonio, pero se tienen hijos. Ya no hay género, somos todos seres humanos con bocas para besar, con genitales para encajar y con corazones para romper.
Me asqueo de pronto de todo esto. Moralista y pasada de moda, luciendo tal vez como uno de ellos, pero sintiendo muy distinto, me doy el tiempo y el espacio para vomitar mi desprecio por la nueva onda.