Antes, cuando mi tiempo era otro, el tiempo de lo demás era otro también. Llegaba el verano y sin pensarlo mucho, agarraba mi mochila llena de ropa fresca, músicas y cremas protectoras para el sol, y me iba a la playa a la casa de mis abuelos. No necesitaba mucho. Mi padre me daba un poco de dinero y con eso me bastaba. No había siquiera que pedir permisos, pues estaba bajo el techo de mis abuelos, los padres de mi padre, y ahi nada malo pasaría.
Tomaba el bus en la Estacion Central y ponía play a mi personal stereo con algún cassette de Soul Asylum, Garbage, Beck o Smashing Pumpkins. No había mucho donde elegir, salvo algunas compilaciones grabadas de la radio, aun así, las canciones ultra repetidas no me aburrían.
Antes yo era libre de atados, libre del trabajo y de los estudios en vacaciones, un poco solitaria, pero libre del amor también. No tenía problemas con pasar mi cumpleaños lejos de mi familia y me contentaba con la sola idea de viajar al ritmo de mi música y pasar el verano entero nadando en el mar. Allá, por supuesto, encontraba más panorama que eso, más gente que me acompañaba, en especial mis primos y conocía a otros cada noche en la discoteque. No era mi estilo, pero estaba bien para pasar las vacaciones.
Antes no tenía atados con nada, porque mi tiempo era otro. Hoy es distinto.
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