Segundas fiestas patrias en las fondas de Rancagua y me encanta la sensación de estar allá. Es como estar en la playa, pero sin mar y sin un baño incómodo donde miras pasar las cucarachas mientras intentas relajarte o darte un baño.
La comida es barata y rica, los borrachos caen por doquier, más jovenes que viejos y los taca-tacas se desocupan de vez en cuando para darnos pie a un par de partidos.
Invitados especiales este año que alegraron el paseito típico por las fondas y la feria artesanal. Debo pulir mi juego en el pool, pero con menos sueño y mas ganas. Somos intocables en la noche y no nos pasa nada malo. Volvimos a casa a dormir entre unas sabanas calentitas y al día siguiente el sol nos esperaba para un paseo al son de cuecas que se lleva el viento.
Perros sueltos, anticuchos, empanadas de mi madre, asados familiares, cumpleaños felices y yo de la mano con mi chico. Los dias se pasan volando.
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