SECUENCIA OFF

Vamos en su auto. Él va de civil, yo a su lado, Pris atrás. En la radio suena algo que es la antesala de lo que después se convirtió en reggaetón. A él siempre le gustaron los ritmos alegres, sobre todo desde que se convirtió en carabinero.
Alta velocidad, le gusta el riesgo, a mi me gusta el viento. La Pris atrás hace bromas nerviosas. Yo me siento bien, volvemos a ser niños, los amigos del colegio.
Pero no. Todo ha cambiado. Saca un revólver de la guantera.
- Oye... y has matado a alguien? -asi tan simple y ligero como suena fue que le pregunté.
- Dámaris... no te voy a responder eso.... -me dice mirándome fijo en los ojos. Yo me ruboricé. Y la Pris me remata diciendo que soy desubicada.
Estacionamos frente a un restorante chino y bajamos como pandilla de gangsters. Nos reciben amablemente. Nos regalan un calendario. Pedimos el menú y nos sentamos en la mejor mesa. Él paga, él nos invita. Yo no tengo mucha hambre, la Pris tampoco. Él pide un banquete para 4, pero no hay un cuarto, sólo un revolver bajo el asiento que había entre él y yo.
Comemos. Su rostro invita a la disciplina. Nos dice que nos relajemos, pero es difícil. Después de mi intervención en el auto, el aire está denso.
Comemos, al tiempo que recordamos viejos tiempos, cuando eramos niños. Él me sabe melancólico, buscando algo más. Lo miro en silencio. Me dice que no he cambiado nada. Sé lo que siente. Él sabe lo que yo siento, y lo siento. No hay correspondencia. Es mi mejor amigo y esa fue la útlima vez que lo vi.