CUANDO EL VIENTO SOPLA

Cuando el viento sopló esa noche, dormía en mi cama, con frío, con mucho frío, escuchando el viento pasar y el cantavientos sonar. Podía escuchar la respiración de mi hermano durmiendo cerca, mientras los ojos de Yoshi brillaban en la oscuridad.
Y mientras el viento soplaba fuerte, seguramente André comenzaba su día en London, planeando qué hacer para no aburrirse, para no pensar mucho en lo que ha dejado atrás en su país por seguir al amor de su vida. A esa misma hora seguramente Oli va a dormir tarde a su habitación y aprovecha de observar en silencio a su esposa, tan linda, tan frágil, durmiendo a su lado, esperando su abrazo cálido, descansando mientras el bebe duerme también. Y él recuerda porque la ama, porque la ha desposado.
Y seguramente Santi, a esa hora de la mañana, se encontró en los pasillos de la Universidad con la chica que le gusta, la que no se decide a nada, la que luce guay, pero vuela por los aires sin rumbo por ahora, llena de misterios.
Y Andrey dormía soñando con estar cerca de quienes lo entienden, mientras Guto disfrutaba de la soledad de su habitación ahora que Sergio, su hermano, viajaba por Europa.
Y Fre cumplía 27, en la noche de San Juan, en el viento que se lleva los años y los recuerdos, que borra la memoria primera de manera progresiva.
Y cuando el viento soplaba fuerte, haciendo volar las hojas de invierno, mi muñeco recién se iba a dormir, después de su dosis de superhéroes en su retina, mientras Matias, el niño alto, abrazaba a su mujer por la noche, para afirmar el amor que se tienen, para sentir que es real y que está hoy a su lado, para confirmar que es su mujer y que él es su hombre.
Seguramente a esas horas, Donny aun seguía conectado al cyber mundo, buscando las almas que se mantienen despiertas con él. Y mi hermano mayor, lejos en la montaña, rodeado de nieve, se despertaba con la tormenta y no conciliaba el sueño, pensando y pensando la forma de arreglar su vida y volver a comenzar.
Mientras el viento soplaba esa noche de reciente invierno, las olas azotaban la orilla de la playa y mi abuela podía sentir el ruido desde su habitación, más vacía ahora, llena de nostalgia, llena de miedos de desaparecer. Así como ya era de día en China y Takumi estaba en medio de otro dia de trabajo, otro día de rutina, juntando el dinero para comprar sus sueños, para salir con sus amigos, para conquistar a la chica que le gusta.
Yo desperté en la noche con el ruido del viento silbando por los árboles, para pensar en todo, para escuchar el silencio del sueño, para acurrucarme y tratar de encontrar su olor en mi, para sentir que no estoy sola, para recordar lo que soy y lo que quiero ser, así en quietud, mientras todo volaba afuera y la vida de tantos giraba nuevamente al ritmo de los días, en distintas partes del mundo, lejos de mi, cerca de mis pensamientos.